Hace unos meses me nació la idea de hacer un blog acerca del vino. Durante mucho tiempo me quedé pensando un comentario que hizo un conferencista de Naciones Unidas hace un par de años. Me encontraba en una conferencia del "global south", como llaman a los países "en vías de desarrollo" en las conferencias de cambio climático en Durban, Sudáfrica. El conferencista, boliviano, destacaba que le parecía una aberración que en la sala de junto, los países del "global north" estaban teniendo una reunión de acuerdos sobre tecnologías avanzadas, que, como lo mencionaba el, eran solo para alimentar su ego y producir una gran cantidad de equipos lujosos como automóviles, yates, etc. que no hacían falta a esta humanidad, sobre todo ante un escenario climático catastrófico. Me fue muy complicado argumentar hasta cuando, o hasta que circunstancias este comentario pierde validez. La verdad es que este comentario me intrigó mucho, y me pasé mucho tiempo tratando encontrar una respuesta lógica y congruente.
Al hacerme la pregunta de porque escribo de vinos, creo que he encontrado la respuesta. Esta radica en la necesidad que tenemos como seres humanos de trascender, de tratar de aportar algo al mundo a través de algo que nos apasione. Así que para ser muy claro, si piensas que escribir de vinos es una adoración al hedonismo, o una adoración a productos de lujo, pues estás equivocado. Ahora, también cabe resaltar, que parte importante de la gente que lo hace, es gente que busca trofeos, fama, y que lo hace con arrogancia hacia los demás, y, que para resumirlo, me parece despreciable. Y aunque ya varias veces vinos muy caros se han escabullido hacia mi copa, en ese momento me siento agradecido y verdaderamente lo disfruto, sin tomarlo con cinismo.
Pero bueno, ya estoy perdiendo un poco el rumbo. Mi punto es que vamos a través de la vida creando conexiones, y mientras pasa el tiempo también vamos viendo como algunas se van desconectando. Después tratamos de acordarnos de aquellos pequeños detalles que hicieron grandes momentos en nuestras vidas, y poco a poco los vamos perdiendo. Y esto es lo que me apasiona de este mundo, los detalles hacen la diferencia. Como un gran amigo me lo dijo una vez: "la vida consiste en todos los pequeños detalles", y esto es muy cierto en muchas dimensiones.
El vino nos permite transportarnos a momentos de nuestras vidas. Hace unas semanas tomé un vino de una bodega en Mendoza, Argentina, del año 2007. Esta bodega la habíamos visitado con la familia e inmediatamente me acordé que al ingresar a la cava principal, tenían unas barricas del año en el que nació mi hermano. Como no podíamos creer lo barato que resultaba tomar un vino de casi treinta años a ese precio, compramos varias botellas que fueron llenadas en ese momento del barril. Más tarde en ese mismo día, y ante un paisaje increíble, hablábamos de lo increíble que era que en ese momento estábamos tomando el producto de esa misma tierra que cosecharon hacía muchos años, en ese "terroir". Esto marcó un momento que me hizo evidente la capacidad que tiene el vino de transportarnos directamente a un lugar, a un momento, a una experiencia. Es como si tomáramos una fotografía, y todos tenemos cantidad de albumes por todos lados que significan nuestro pasado, y que guardamos como tesoros. Sin embargo el vino nos brinda la capacidad de revivirlo, o de transportarnos a otras experiencias, y por supuesto de tomárnoslo.
Es increíble la cantidad de cosas que pueden salir de tu mente al ver una etiqueta, desde "esta fue la primera vez que viajé a X", "ese año viví en X", "esto fue cosechado un mes antes de X", etc. Amante de la historia, también he identificado momentos que nos marcaron como humanidad pensando a través de la etiqueta de un vino. En 2009, tomé un vino de Alsacia. El vino no era gran cosa, pero me puse a pensar que a través de varios cursos de historia y de entender que gracias a Alsacia (y Lorena), Alemania y Francia se estuvieron jalando los pelos por más de 80 años, y que eso llevó a la humanidad a las guerras más espantosas de su historia, me transporté a tratar de entender porqué les parecía tan valiosa esa tierra.
Algunos dirán, "es solo vino", pero cuando hace unos años tomé un vino que mi padre importaba a México hace aproximadamente treinta años; mismo vino que significó su sustento económico después de llegar a este país como un refugiado político, por las atrocidades que estaban sucediendo en el suyo, me transporté a ese momento (y aún no había nacido).
Así que cuando sigan diciendo "es solo vino", es probable que tengan razón. Escribir sobre vino cuando leo a Orwell o cuando veo documentales como Climate Wars o Climate Chaos me hace sentir muy pequeño y talvez hasta avergonzado. Hay escritores en el mundo que viven opresión, y que sus obras cambian al mundo, y hace que temas como éste se sientan insignificantes.
Sin embargo, siempre le voy a dar al vino la importancia que para mí tiene, porque el vino y nuestras pasiones nos generan conexiones, y las conexiones son parte fundamental de nuestras vidas. A la vida la hacen grande los pequeños detalles, y sobre todo cuando los compartimos. Así que leo de, escribo de y tomo vinos no porque estoy enfocado en tomarme el próximo Chateauneuf du Pape de 99 puntos en ranking, o porque me vaya a convertir en un millonario consultor de vinos (porque la mayoría en este rubro gana muy poco), sino porque hoy en día, y gracias a la tecnología, tenemos la oportunidad de tomar estos regalos de todo el mundo, y de disfrutarlos con la gente que apreciamos. Y entre más conectados estemos, seremos una mejor sociedad. Esto por supuesto no significa que el vino vaya a cambiar al mundo, aunque la verdad es que lo hace mucho más ameno. Por lo menos para mí, y espero que para así sea para muchos.
Salud!