En este destino tan lejano, Patagonia, Argentina, en 1996 nacío la idea de hacer de esta zona geográfica un gran éxito vitivinicola. El clima resultaba ideal, y al inaugurar la bodega en 2003, y bajo la supervisión del enólogo Marcelo Miras, nació una pequeña joya de los vinos argentinos.
Neuquén, Argentina |
Con cepas de Sauvignon Blanc, Chardonnay, Cabernet Sauvignon, Malbec, Merlot, Pinot Noir y Syrah, la bodega se aventuró lentamente a ser uno de los vinos más representativos del “terroir” patagónico.
Neuquén, localizado ligeramente al oeste del centro del país, con una altitud de cerca de 300m en relación al nivel del mar, cuenta con un clima con temporadas claramente marcadas. Al estar rodeado de montañas, baja precipitación es muy común. Los inviernos son fríos y de noches largas, y los veranos son templados, muy soleados y de días muy largos.
En cuanto a la vid, encontramos un proceso muy interesante. La uva, en su crecimiento inicial encuentra las temperaturas más bajas. Esto sumado con la poca precipitación, hace que se estrese al máximo. A partir de noviembre, vemos incrementos notables en temperatura, que intensifican la falta de agua en la uva, y la hacen de un sabor muy concentrado. La cosecha, que va desde finales de febrero, hasta principios de mayo, se hace durante la época más calurosa.
Debido a la larga temporada de cosecha, en esta bodega se presenta la oportunidad de tener vinos de cosecha temprana, con uvas ácidas, tánicas y fuertes, o vinos más suaves y dulces mientras va avanzando la temporada.
Uva Pinot Noir |
Fin del Mundo, Special Blend |
Cuando por primera vez produjeron el Fin del Mundo Special Blend, la bodega se metió en terrenos inauditos. Fuera del Sauvignon Blanc-Semillón (joven), la bodega se dedicaba muy poco a hacer mezclas. Y la verdad es que tenemos suerte de que lo hayan hecho.
La edición 2007 fue galardonada en Wine Spectator, y en 2011 ganó el premio al mejor vino andino. Este excelente vino, mezcla de Cabernet, Malbec y Merlot, con 18 meses de añejamiento en barricas de roble, muestra un color púrpura intenso, con intenso aroma a frutos rojos y notas de coco, chocolate y cacao. En boca es frutado, sedoso, equilibrado y de taninos suaves. Un vino muy elegante y un extraordinario final de boca.
Definitivamente, un gran vino para disfrutar en una ocasión muy especial, ó si el presupuesto lo permite, muy frecuentemente. Su presencia habla por si misma, y al tomarlo, lo único que me produjo ansiedad fue que lamentablemente se iba terminando.
¿Qué sigue? Definitivamente no quiero pasar esta región sin hablar de la Bodega Chacra, de su Pinot Noir Cincuenta y Cinco y Treinta y Dos. Pero eso para la próxima.
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