30 nov 2012

Explorando el Fin del Mundo

En este destino tan lejano, Patagonia, Argentina, en 1996 nacío la idea de hacer de esta zona geográfica un gran éxito vitivinicola. El clima resultaba ideal, y al inaugurar la bodega en 2003, y bajo la supervisión del enólogo Marcelo Miras, nació una pequeña joya de los vinos argentinos.

Neuquén, Argentina

Con cepas de Sauvignon Blanc, Chardonnay, Cabernet Sauvignon, Malbec, Merlot, Pinot Noir y Syrah, la bodega se aventuró lentamente a ser uno de los vinos más representativos del “terroir” patagónico.

Neuquén, localizado ligeramente al oeste del centro del país, con una altitud de cerca de 300m en relación al nivel del mar, cuenta con un clima con temporadas claramente marcadas. Al estar rodeado de montañas, baja precipitación es muy común. Los inviernos son fríos y de noches largas, y los veranos son templados, muy soleados y de días muy largos.

En cuanto a la vid, encontramos un proceso muy interesante. La uva, en su crecimiento inicial encuentra las temperaturas más bajas. Esto sumado con la poca precipitación, hace que se estrese al máximo. A partir de noviembre, vemos incrementos notables en temperatura, que intensifican la falta de agua en la uva, y la hacen de un sabor muy concentrado. La cosecha, que va desde finales de febrero, hasta principios de mayo, se hace durante la época más calurosa.

Debido a la larga temporada de cosecha, en esta bodega se presenta la oportunidad de tener vinos de cosecha temprana, con uvas ácidas, tánicas y fuertes, o vinos más suaves y dulces mientras va avanzando la temporada.

Uva Pinot Noir
Con la incorporación del enólogo Michel Rolland, que para muchos es el consultor más importante en el mundo de la enología, el resultado fue excepcional. Las distintas propuestas varietales de los vinos de esta bodega son excelentes, desde vinos jóvenes blancos y tintos, reservas (yo destaco principalmente el Pinot Noir, por ser una uva que se da de forma excelente en esta región), pero por supuesto tenemos que dejar lo mejor para el final.

Fin del Mundo, Special Blend


Cuando por primera vez produjeron el Fin del Mundo Special Blend, la bodega se metió en terrenos inauditos. Fuera del Sauvignon Blanc-Semillón (joven), la bodega se dedicaba muy poco a hacer mezclas. Y la verdad es que tenemos suerte de que lo hayan hecho.

La edición 2007 fue galardonada en Wine Spectator, y en 2011 ganó el premio al mejor vino andino. Este excelente vino, mezcla de Cabernet, Malbec y Merlot, con 18 meses de añejamiento en barricas de roble, muestra un color púrpura intenso, con intenso aroma a frutos rojos y notas de coco, chocolate y cacao. En boca es frutado, sedoso, equilibrado y de taninos suaves. Un vino muy elegante y un extraordinario final de boca.

Definitivamente, un gran vino para disfrutar en una ocasión muy especial, ó si el presupuesto lo permite, muy frecuentemente. Su presencia habla por si misma, y al tomarlo, lo único que me produjo ansiedad fue que lamentablemente se iba terminando.

¿Qué sigue? Definitivamente no quiero pasar esta región sin hablar de la Bodega Chacra, de su Pinot Noir Cincuenta y Cinco y Treinta y Dos. Pero eso para la próxima.

28 nov 2012

Sacando lo mejor del vino



Expertos en vino siempre hablan de aromas de esto, de referencias a esto otro, mientras muchos nos quedamos tratando de encontrar estos aromas y sabores. ¿Esto significa que tienen sentidos más agudos? Definitivamente no, simplemente han aprendido a poner atención a sus sentidos mientras prueban un vino. Esto lo utilizan para evaluarlo, y adquieren un vocabulario para describirlo y categorizarlo.

Todos podemos ser mejores catadores y obtener mucho más de cada copa, tanto conocimiento como placer. El camino al conocimiento no lleva al pretensionismo ni al esnobismo, simplemente materializa verdadera apreciación al tema. Entrenando nuestro gusto, nuestro paladar y nuestro cerebro desarrollamos un mayor sentido de apreciación.

En este artículo incluiré varias secciones, desde consejos básicos de cómo probar el vino, en un simple método, hasta explicar los componentes del vino, su vocabulario, un entendimiento del entorno del mismo, cómo evaluarlo, y finalmente unos consejos personales para seguir avanzando en este camino a disfrutar esta gran pasión.

Probando el vino

Probar el vino cuenta con cuatro procesos:
1) Observar: Usar tus sentidos para percibir, identificar y medir estímulos.
2) Describir: Usar tu vocabulario para revelar sus características.
3) Comparar: Acordarse de otros vinos ó tipos de vinos que usamos como referencia.
4) Evaluar: Sintetizar la información para juzgar su calidad.

Métodos para probarlo

Los expertos llevan un método simple y repetitivo mientras prueban vinos. Levantan la copa, la inclinan y observan. La giran y huelen. Prueban y hacen un ligero silbido al interior (en inglés llamado “swish”), para airear el vino. Toman una ligera pausa, escupen, huelen, prueban nuevamente, escupen y toman una pequeña nota sobre un sabor o aroma en específico. Enseguida pasan a otro vino.
Esta repetición es utilizada para comparar vinos, porque al llevar a cabo este proceso, podemos comparar color, cuerpo, final y otras características. Llevar a cabo el mismo proceso siempre permite recoger la misma información para cada vino. Este proceso te ayuda a activar tus sentidos, así como tu cerebro.

Observar: Con la copa a un tercio de su capacidad, llévala a un fondo blanco, así podrás apreciar su variación de colores desde la parte más profunda hasta los bordes. Apreciando el color, intensidad y claridad, podrás identificar la variedad de la uva (por ejemplo el Malbec ó el Cabernet Sauvignon van a ser generalmente más oscuros que un Pinot Noir o un Merlot), las condiciones del año (un clima más cálido hace uvas maduras con colores más oscuros), o las técnicas enológicas (un vino muy claro puede haber sido filtrado, mientras que otros consideran que estas partículas agregan características únicas al vino). El color indica también la edad del vino; vinos tintos jóvenes generalmente son muy oscuros, mientras que a través del envejecimiento del vino, éste va adquiriendo colores rojizos asemejándose al ladrillo o al ambar.

Girar y oler: Antes de girar la copa, el vino está atrapando ciertos aromas, al hacerlo incrementamos el contacto con la superficie y acelerando el proceso de evaporación de alcohol, mismo que nos acarrea estos aromas. Mete tu nariz a la copa e inhala. Tres cuartas partes del carácter y calidad del vino está en los aromas, así que esta parte es esencial.

Probar: Toma un poco de vino, no un gran trago sino suficiente para cubrir toda tu boca. Esto hará que todas tus papilas gustativas estén en contacto con el vino. Al hacer el silbido, como en el proceso en copa al girarla, harás que el vino tenga una evaporación mayor y libere todos sus componentes.

Escupir: Esta parte es importante cuando estás comparando vinos, y si estás comparando una gran cantidad de los mismos. Pero por favor, dejen esta parte para aquellos que están trabajando, o para aquellos vinos que de plano sean espantosos. El final en boca y la sensación de permanencia en la misma son fundamentales para apreciar el cuerpo del vino, por lo que escupirlo lo dejamos para muy pocas ocasiones (sino es que nunca).

Pausar: Después del primer trago, tomar una pequeña pausa nos permite tiempo para generar una impresión general del vino. No hablen o escriban del vino de inmediato, permitan que el cerebro se mantenga perceptivo antes de intelectualizar los sentimientos.

Para todos estos procesos es fundamental que lo hagan sin sugestiones. Cuando alguien hace referencia a lo tánico del vino, o al olor a vainilla, moras, etc. nuestra mente inmediatamente se predispone a encontrar estás características, sabores u olores. Esto puede resultar muy molesto cuando la gente tiene la el discurso preparado para sonar interesante.

Los Componentes del Vino

El vino es básicamente jugo de uva fermentado. Se hace de uvas trituradas y levaduras. Los sabores que podemos encontrar en los vinos vienen de las mismas uvas. Además de las uvas, en los barriles en donde se almacena, el vino adquiere ciertos sabores y olores, entre ellos especies, vainilla, tostados, ahumados y por supuesto, roble. Los principales componentes del vino nos dan claves para saber de donde es y cómo fue hecho. Estos también afectan las características del mismo, su sabor y su sensación y permanencia en boca. Estos son:

Agua: Proveniente de las uvas, es el componente principal del vino.

Alcohol: El segundo elemento más grande, se produce durante la fermentación, cuando las levaduras convierten las azúcares de la uva en alcohol. Los vinos con altos niveles de alcohol tienen una mayor sensación de corpulencia y de sabor. También puede dar sabores dulces y en niveles muy altos una sensación de calor. Altos niveles de alcohol indican que las uvas estaban muy maduras en su momento de cosecha, esto nos puede indicar que vienen de una región cálida o que fueron cosechadas en temporada de calor, o que fueron cosechas tarde en la temporada.

Azúcar: El azúcar viene de las uvas maduras. Durante la fermentación son convertidas en alcohol en su mayoría, y los enólogos pueden controlar la cantidad de azúcar remanente en el fino terminado-azúcar residual. Vinos sin azúcar, o con cantidades imperceptibles nos dan vinos “secos”. Vinos con cantidades altas de azúcar residual nos dan sabores dulces, acompañados de una mayor suavidad y corpulencia.

Ácidos: Estos vienen de las uvas y son componentes claves en todos los vinos. Los tres ácidos principales del vino son los tartáricos, málicos y cítricos. Estos otorgan una sensación refrescante, y ocasionan que salivemos, como al morder un limón. Las uvas cultivadas en lugares fríos, o donde la temperatura baja considerablemente de noche, son más propensos a tener una mayor acidez. Durante la vinificación, algunos vinos pasan por un proceso de fermentación maleoláctica, en donde transforman los ácidos málicos (piensen en una manzana verde) en ácidos lácticos, lo que dan un sentimiento en boca más suave (como la leche).

Taninos: Estos ácidos y otros fenólicos vienen principalmente de la piel de las uvas tintas, pero pueden ser encontrados también en vinos blancos, ya que también vienen de las semillas, los tallos y el roble. Cada uno de los tres tipos de fenólicos contribuyen a las características del vino: los antocianinos le dan color, los catecinos le dan amargura y los taninos le dan un sentimiento astringente. Tanto la amargura como la astringencia se desarrollan lentamente en la boca, por lo que tienden a intensificarse al tomar más.

Componentes de sabor: Estos vienen de la uva y del proceso enológico. Estos imparten aromas y sabores que pueden imitar a frutos cítricos, tropicales, moras, flores, mermeladas, nueces, y otros muchos sabores complejos.

Como en los ingredientes de una limonada, los componentes del vino no son experimentados de forma aislada, sino mezclados. Los componentes los podemos dividir en dos categorías: los “suaves” son la fruta, azúcar y alcohol y los “duros” son los ácidos y taninos, que dan firmeza.

Los componentes suaves y duros se balancean continuamente, algunas personas prefieren la limonada más dulce, mientras que otras le ponen más jugo de limón. Con el vino, la variedad de la uva y el estilo modifican su equilibrio. El Chardonnay, vasto en fruta y alcohol tiene una sensación más suave, mientras que el Sauvignon Blanc muestra distintivamente su acidez y tiene un final más duro.

Hablando de Vino

No es fácil transmitir las sensaciones del vino en palabras, por eso los expertos han definido un vocabulario generalmente aceptado con significados precisos para cada término. Los términos se dividen en las siguientes categorías:

Poder y elegancia: Estos son descriptivos que nos ayudan a dar una impresión general del vino. Los vinos poderosos se sienten consistentes, con taninos fuertes y son muy llamativos. En contraste, los vinos elegantes son delicados, sutiles, y su complejidad puede pasar desapercibida si no estamos prestando atención.

Estructura: Este es el llamado sentimiento en boca, los grupos de componentes suaves y duros contribuyen al mismo. La estructura es determinada por el equilibrio entre los mismos. Los componentes suaves le dan cuerpo, y los componentes duros le dan firmeza.

Cuerpo: Se refiere al peso, o al grosor del vino. Haciendo una analogía con la leche, una leche descremada tiene poco cuerpo, mientras una leche entera se siente pesada o gruesa. En el vino, el azúcar, el alcohol y los taninos le dan cuerpo al vino. Además, la percepción del cuerpo del vino va a incrementar si es más aromático, mientras que a mayor acidez el cuerpo del vino disminuye. El cuerpo nos ayuda a determinar el orden en el que tomamos los vinos, siempre empezando por los de menor cuerpo (vinos con poco cuerpo van mejor con alimentos más ligeros, mientras que comidas más pesadas van mejor con vinos con mayor cuerpo).

Textura: Es una sensación táctil percibida en la boca. Esta va a ser otorgada por el nivel de acidez y taninos, y por el azúcar residual. Descripciones comunes incluyen sedoso, suave, duro, áspero, etc.

Paradójicamente, la mejor forma de describir un vino es empezar en silencio, trata de no decir nada por 15 segundos. Permite que la impresión general del vino llegue a tu mente y se desarrolle lentamente.

El siguiente paso es buscar descripciones específicas. La mayoría de las personas empiezan con aromas. Por ejemplo frutas cítricas, tropicales o moras. Después suelen especificar que fruta, como limón, toronja, manzana o pera, en el caso de los vinos blancos, y frutas como fresa, frambuesa, mora y cereza en el caso de los vinos tintos.

Después de la fruta vienen otros sabores y aromas, como la vainilla, especies, minerales, tabaco. Después hablan de firmeza o suavidad, para finalizar por donde empezamos, con descripciones como elegancia, delicadeza, estructura, etc.

Entorno

Después de probar y describir el vino, hay que ponerlo en contexto. Como un historiador de arte que puede referirse a cuadros que ejemplifican estilos artísticos, el experto en vinos se refiere a vinos que definen patrones a seguir. Los expertos también nos pueden decir características asociadas con la variedad de uva, los estilos de famosas zonas vinícolas y los efectos de las técnicas de hacer vinos.
Esto puede ser demasiado para detallarlo por el momento, muchos expertos organizan la información basada en la variedad de la uva, y personalmente, creo que es lo más fácil para empezar. Por ejemplo, al hacer una cata de un Sauvignon Blanc, el experto va a identificar de inmediato el aroma a pasto recién cortado y lo va a asociar con esta variedad. Asociando sabores y olores peculiares a una variedad de uva nos ayudan a identificarlo, y aunque no lo hagamos concientemente, estas primeras impresiones determinan nuestro gusto por distintos tipos de vinos.

Evaluando Vinos

Cada persona tiene preferencias distintas por alimentos y por supuesto por el vino. Estas las determinan nuestra experiencia personal, y nuestra afinidad por ciertos aromas que asociamos con experiencias que nos han marcado a lo largo de nuestras vidas.

Diversos factores contribuyen a la apreciación de los vinos, entre ellos el número de receptores olfativos y gustativos que tenemos, nuestra producción de saliva, el impacto de la edad en nuestros sentidos, género y el nivel de hambre. Finalmente, la experiencia cuenta. Piensa en una ciruela madura, ¿Éstas acordándote de un delicado olor a ciruela parecido al de una ciruela en un refrigerador en un supermercado? ¿Ó más bien estás pensando en una canasta de frutos recién cortados de un mercado? Tus experiencias personales van a marcar tu afinidad por los olores, y van a influenciar tus gustos por aromas y sabores.

Cuando hablamos de vinos, algunos prefieren unos más suaves y sedosos, y otros unos más robustos o poderosos. Algunos disfrutan el olor a vainilla o roble y otros no. Identificar estos olores nos ayudan a entender nuestro paladar, y por supuesto a encontrar el vino que nos gusta.

Cuando califican un vino los expertos, los parámetros considerados son el equilibrio, la complejidad (la cantidad de aromas y sabores), el final en boca (ó el tiempo que el sabor permanece en boca-usualmente grandes vinos tienen una gran permanencia), la capacidad de duración (los buenos vinos al envejecer mantienen equilibrio entre la fruta y la tanicidad) y la tipicidad (que habla de que el vino es un referente de la región en donde se cultivó la uva, aquí comúnmente vemos en los grandes vinos descripciones como “un bordolés de libro de texto”). Pero para mantenernos en los requisitos mínimos, un vino tiene que ser limpio, y los aromas, sabores y sentimiento en boca tienen que ser placenteros. Sin embargo la grandeza de un vino está determinada por su complejidad, sus finales largos en boca, que reflejen su variedad de uva, origen y añejamiento, así como la destreza del enólogo. Puesto de una forma simple, son inolvidables.

Para volverse un conocedor de vinos hay que tener dedicación y constancia. Esto nos llevará a apreciarlo más y mejor. Algunas sugerencias son probarlo regularmente (identificar a través del proceso de cata), mantener un diario o historial, tener contacto con un distribuidor o lugar de venta, y en su caso, si el tiempo y el interés lo permite, tomar un curso de vinos.

Sin importar como decidas continuar, mi recomendación más sincera es que aprecies cada trago, ya sea un vino inolvidable o apenas bebible, te va a conectar con viñedos muy lejanos y con amigos muy cercanos. Este viaje puede durar mucho tiempo, y nos permite aprender algo cada día.